Comentario
De cómo saliendo Guayna Capac de Quito, envió delante ciertos capitanes suyos, los cuales volvieron huyendo de los enemigos, y lo que sobre ello hizo.
Estando en Quito Guayna Capac con todos los capitanes y soldados viejos que con él estaban, cuentan por muy averiguado que mandó que saliesen de sus capitanes con gente de guerra a sojuzgar ciertas naciones que no habían querido jamás tener su amistad; los cuales, como ya supiesen su estada en el Quito, recelándose dello se habían apercibido y. buscado favores de sus vecinos y parientes para resistir a quien a buscarlos viniese; y tenían hechos fuertes y albarradas e muchas armas de las que ellos usan; y, como salieron, Guayna Capac fue tras ellos para revolver a otra tierra que confinaba con ella, que toda debía de ser la marca de lo que llamamos Quito; y como sus capitanes y gentes salieron a donde iban encaminados, teniendo en poco a los que iban a buscar, creyendo que con facilidad serían señores de sus campos y haciendas, se daban prisa [a] andar; más de otra suerte les avino de lo que pensaban; porque al camino les salieron con grande vocería y alarido y dieron de tropel en ellos con tal denuedo que mataron y cautivaron muchos dellos y así los trataron que los desbarataron de todo punto y les constriñeron [a] volver las espaldas y a toda furia dieron la vuelta huyendo y los enemigos vencedores tras ellos, matando y prendiendo todos los que podían.
Algunos de los más sueltos anduvieron mucho en grand manera hasta que toparon con el Inca, a quien solamente dieron cuenta de la desgracia sucedida, que no poco le fatigó, y, mirándolo discretamente, hizo un hecho de gran varón, que fue mandar a los que se habían venido que callasen y a ninguna persona cantasen lo que ya él sabía, antes volviesen al camino y avisasen a todos los que venían desbaratados que hiciesen en el primero cerro que topasen, cuando a él viesen, un escuadrón, sin temor de morir el que la suerte les cayere; porque él, con gente de refresco, daría en los enemigos y los vengaría; y con esto se volvieron. Y no mostró turbación, porque consideró que si en el lugar quél estaba sabían la nueva todos se juntarían y darían en él y se vería en mayor aprieto; y con disimulación les dijo que se aparejasen, que quería ir a dar en cierta gente que verían cuando a ella llegasen. Y dejando las andas adelante de todos salió y como día y medio. Y los que venían huyendo, que era muchos, [como] vieron la gente que venía que era suya, a mal de su grado pararon en una ladera y los enemigos que los venían siguiendo comenzaron de dar en ellos y mataron muchos; mas Guayna Capac por tres partes dio en ellos, que no poco se turbaron de verse cercados y de los que ya ellos tenían [por] vencidos. Aunque procuraron de se juntar y pelear, tal mano les dieron que los campos se hinchían de los muertos y, queriendo huir, les tenía tomado el paso; y mataron tantos que pocos escaparon vivos, sino fueron los cautivos, que fueron muchos; y por donde venían estaba todo alterado, creyendo que al mismo Inca habían de matar y desbaratar los que ya por él eran muertos y presos. Y como se supo el fin dello asentaron el pie llano, mostrando todos grand placer.
Guayna Capac recobró los suyos que eran vivos, y a los que eran muertos mandó hacer sepolturas y sus honras, conforme a su gentilidad, porque ellos todos conocen que hay en las ánimas inmortalidad; y también se hicieron en donde esta batalla se dio bultos de piedra y padrones para memoria de lo que se había hecho; y Guayna Capac envió aviso de todo esto hasta el Cuzco y se reformó su gente y fue adelante de Caranque.
Y los de Otavalo, Cayanbi, Cochasqui, Pifo, con otros pueblos, habían hecho liga todos juntos y con otros muchos, de no dejarse sojuzgar del Inca, sino antes morir que perder su libertad y que en sus tierras se hiciesen casas fuertes, ni ellos ser obligados de tributar con sus presentes [e] ir al Cuzco, tierra tan lejos como habían oído. Y hablado entre ellos esto, y tenido sus consideraciones, aguardaron a el Inca, que sabían que venía a les dar guerra; el cual con los suyos anduvo hasta la comarca destos, donde mandó hacer sus albarradas y cercas fuertes, que llaman pucaraes, donde mandó meter su gente y servicio. Envió mensajeros a aquellas gentes con grandes presentes, rogándoles que no le diesen guerra, porque él no quería sino paz con condiciones honestas y que en él siempre hallarían favor, como su padre, y que no quería tomalles nada, sino dalles de lo que traía. Mas estas palabras tan blandas aprovecharon poco, porque la respuesta que le dieron fue, que luego de su tierra saliese, donde no que por fuerza le echaban della; y así en escuadrones vinieron para el Inca, que muy enojado había puesto su gente en campaña; y dieron los enemigos en él de tal manera que, se afirma, si no fuera por la fortaleza que para se guarescer se había hecho, lo llevaran y de todo punto lo rompieran; mas, conociendo el daño que recebía, se retiró lo mejor que pudo al pucará, donde todos se metieron los que en el campo no quedaron muertos o en poder de los enemigos presos.